En este sentido, la comunicación es un factor clave para el buen desenvolvimiento de todo tipo de relaciones, en especial la que tenemos con nuestros padres e hijos. La no existencia de comunicación comienza a representar un problema cuando los hijos entran en la adolescencia. En lo personal, considero que esto ocurre debido a la búsqueda en que la mayoría de los adolescentes se encuentran con respecto a su propia personalidad. Ya los hijos no quieren actuar según los designios apropiados o no) de un padre o una madre. Ya no quieren vestir como sus padres quieren que ellos vistan, ni comer lo que los padres le pidan que coman, ni frecuentar a los amigos que a ellos les gusta, ni ir a los sitios que ellos crean mas seguros o apropiados para la edad de los hijos. En esta etapa, la comunicación se vuelve mas hostil porque el hijo quiere tomar sus propias dediciones; y la mayoría de las veces estas dediciones no van en correspondencia con la opinión de los padres. Comienzan los hijos entonces a pensar que decir lo que realmente desean y sienten no es bueno, le trae problemas, genera discusiones con sus padres. Por otra parte los padres, comienzan a hablar más y a escuchar menos. A pesar de que los llenen de consejos y recomendaciones, de opiniones como “estos son otros tiempos”, “las cosas son mas difíciles que cuando yo crecí”, se ocupan menos de escuchar las opiniones y los sentimientos de sus amados hijos. En fin, los hijos se vuelven mudos, por miedo a que sus sentimientos generen conflictos, y los padres se vuelven sordos, ocupándose de llenar a los nenes de consejos y más consejos; cortándose así el hilo de la comunicación.
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