PRONTO nuevas publicaciones en εЇз*M@ŔїÞøŚĺŦä*εЇз

martes, 1 de abril de 2008

Padres e hijos

Desde que Adán y Eva desafiaron a su Padre Creador desobedeciéndole en el Edén, la historia se ha venido repitiendo año tras año, siglo tras siglo. Padres e hijos viven desde entonces tras un juego de mandar y (des)obedecer.

En la actualidad, muchos psicólogos, pedagogos y otros especialistas se atreven analizar este juego de poder, como yo lo veo: Uno manda, el otro obedece; el creador advierte, el desobediente hijo comete errores. Estos errores muchas veces nos cuestan muy caros, y alguna vez nos costaron la vida. En suma, hijos y padres vivimos en una continua lucha que a veces se vuelve tan conflictiva que acaba con la armonía que debería existir entre los progenitores y sus hijos. Hoy en día, vemos como la falta de comunicación y el no comprender al otro deriva en que la relación padre-hijo se parezca muchísimo a la relación de perros y gatos.

En este sentido, la comunicación es un factor clave para el buen desenvolvimiento de todo tipo de relaciones, en especial la que tenemos con nuestros padres e hijos. La no existencia de comunicación comienza a representar un problema cuando los hijos entran en la adolescencia. En lo personal, considero que esto ocurre debido a la búsqueda en que la mayoría de los adolescentes se encuentran con respecto a su propia personalidad. Ya los hijos no quieren actuar según los designios apropiados o no) de un padre o una madre. Ya no quieren vestir como sus padres quieren que ellos vistan, ni comer lo que los padres le pidan que coman, ni frecuentar a los amigos que a ellos les gusta, ni ir a los sitios que ellos crean mas seguros o apropiados para la edad de los hijos. En esta etapa, la comunicación se vuelve mas hostil porque el hijo quiere tomar sus propias dediciones; y la mayoría de las veces estas dediciones no van en correspondencia con la opinión de los padres. Comienzan los hijos entonces a pensar que decir lo que realmente desean y sienten no es bueno, le trae problemas, genera discusiones con sus padres. Por otra parte los padres, comienzan a hablar más y a escuchar menos. A pesar de que los llenen de consejos y recomendaciones, de opiniones como “estos son otros tiempos”, “las cosas son mas difíciles que cuando yo crecí”, se ocupan menos de escuchar las opiniones y los sentimientos de sus amados hijos. En fin, los hijos se vuelven mudos, por miedo a que sus sentimientos generen conflictos, y los padres se vuelven sordos, ocupándose de llenar a los nenes de consejos y más consejos; cortándose así el hilo de la comunicación.

No hay comentarios: